A propósito del día internacional de la informática


En la particular tesitura en la que nos encontramos, donde la informática es apreciada y cuestionada en partes iguales, recordamos (celebrar es una palabra que igual no es pertinente ahora) el día internacional de la informática. Día elegido en homenaje a Grace Hooper, quien -entre otras cosas- desarrolló el primer compilador. ¿Y qué es esto? Pues básicamente un puente de comunicación entre humanos y máquinas, que permite que un programa (escrito por personas, en lenguaje “casi” natural) pueda ser entendido por los ordenadores (que curiosamente lo único que entienden son largas cadenas de unos y ceros).

La vida y obra de Hooper daría para varios artículos, pero ya con lo anterior tenemos un buen punto de partida para que quienes nos dedicamos a la informática reflexionemos acerca de si lo estamos haciendo bien, en cómo podemos hacerlo mejor, y si realmente ayudamos a que la experiencia del uso de la tecnología llegue sin fricción a todos los sectores: aquéllos en los que no está presente (¿existe alguno?); aquéllos en los que estando, aún se perciba como algo raro o incómodo y finalmente aquéllos donde ya estando, aparentemente bien, aún exista un margen de mejora.

A propósito y entre paréntesis: ¿cuánto tiempo más llamaremos “nuevas tecnologías” a artilugios, situaciones y escenarios que llevan ya mucho tiempo siendo «nuevos»? 😉

Bromas aparte, lo que está claro es que ahora todos estamos inmersos en ellas. Y a tenor de esto último, hace unos días Juan Carlos Cabri decía en un artículo: Es innegable que la tecnología, es en muchos casos positiva. Lógicamente cuando te hace más fácil la vida. Pero ¿y cuando te la complica, se impone y no está al alcance de todos?”. He de reconocer que me llegó al alma: más allá de la anécdota, hay una buena parte de razón en lo que expone. Los que nos dedicamos a la inclusión de tecnología en las cosas cotidianas, ¿Hacemos el esfuerzo de pensar en el usuario final? 

Toda transformación implica un cambio, y vaya si la informática ha transformado cosas en los últimos años. Personalmente creo que el grueso de esos cambios ha ido a mejor. No obstante, el cambio es algo que ha de ser percibido por los usuarios. Aquí viene la parte más complicada para la informática (y en general para cualquier área de conocimiento que intente ayudar a otra con su metodología): hay que evitar pervertir al usuario final. No se trata de convertir la taquilla de la estación de autobuses en un laboratorio de software o que Juan Carlos tenga que hacer un máster para usar una solución informática: se trata simple y llanamente de facilitarles la vida. 

La informática no hace magia ni obra milagros

La informática no hace magia ni obra milagros, pero es que tampoco lo pretende: busca mejorar procesos. Esto requiere de un trabajo colaborativo, alianzas y compromisos para poder lograr un cambio en los ecosistemas que luego ella pueda automatizar: el desarrollo tecnológico debe ir de la mano de una madurez y evolución del desarrollo social. 


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