Don José Mataix

Conocí al profesor Mataix en mayo del 2003, durante las jornadas de trabajo de NutrIber, un proyecto informático/nutricional en el que me vi súbitamente involucrado. El primer contacto con una persona que era conocida en mi país (Perú) como eminencia de la nutrición moderna fue tan natural, que luego de unas pocas semanas de compartir actividades parecía que habíamos trabajado juntos toda la vida.

Académico impecable, no se quedaba en la teoría, ¡en absoluto!. Lo recuerdo cuando llegaba a primera hora de la mañana a Madrid (luego de no-se-cuantas horas volando o en coche), directamente al salón, a remangarse la camisa y encerrarnos a quemar el pizarrón porque teníamos que preparar la versión «zita» del programa (como graciosamente le decía a lo que los pesados informáticos llamamos versión «beta»). ¡Y en más de una ocasión nos costaba seguirle el ritmo!

Así pues, durante los siguientes 2 años que duró el proyecto, y luego a lo largo de mi vida profesional en FUNIBER -donde se desempeñaba como Director del área de Salud y Nutrición- todo contacto con Don José dejaba en el espíritu la agradable sensación de asistir a una clase magistral cuya constante era el aprendizaje de la mano de un maestro que nos enseñaba a optar por lo correcto –que no siempre lo más fácil- frente a las inquietudes y problemas con los que nos íbamos encontrando, como profesionales noveles que éramos.

Fuese académico o no el motivo que nos hacía buscarle, siempre encontrábamos en él a una persona dispuesta a escucharnos, un maestro que enseñaba permanentemente con sus actos y un buen amigo que se alegraba de nuestros éxitos, pero que no dudaba en apelar a la rectitud y la ética siempre que hacía falta.

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Queda como ejemplo su espíritu investigador, que lo hizo hablar cara a cara con la vanguardia –“cuando este proyecto se materialice quiero que sea el mejor del mundo” solía decir para animarnos a seguir investigando un día más, una hora más-, y que nos ha demostrado que aun con recursos limitados se pueden hacer grandes obras.

Muchas gracias, Don José.

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