Un artículo publicado en El Diario Montañés el 26/12/2022
En las últimas semanas ha sido de especial relevancia la puesta en público de la última (de momento) iniciativa de OpenAI: ChatGPT. ChatGPT es una aplicación que implementa un modelo de lenguaje entrenado para poder responder preguntas y tener conversaciones de manera similar a las que se tendrían con otro ser humano. La inteligencia artificial que utiliza le permite analizar el lenguaje y generar respuestas tal y como lo hacen Alexa, Siri o Google Assistant, pero de una forma asombrosamente más fluida y natural, permitiéndole interactuar, proporcionar información y ayuda en distintos temas.
Las voces que se han oído desde su lanzamiento han manifestado sorpresa e inquietud en partes iguales: expertos de prácticamente todas las disciplinas se han abalanzado a comprobar las bondades de este si este «juguete nuevo» y las respuestas no se han hecho esperar: si es que hasta parece que funciona. No tanto por las respuestas que da, que son razonablemente buenas, sino por como se desenvuelve durante la sesión de preguntas & respuestas: respuestas rápidas, gestión adecuada del hilo de la conversación, precisión si se le pide y hasta le agrega un toque de humor.
Y funciona tan bien que, digerida la sorpresa se ha pasado a la inquietud. ¿Y ahora qué? ¿Nos reemplazará? En el campo de la educación una pregunta recurrente ha sido ¿Y ahora como hacemos para detectar si un alumno ha hecho realmente el trabajo que le corresponde?. Recurrente que no nueva, porque seamos realistas, ese escenario existía ya desde antes de ChatGPT, antes de Google, antes de la web y antes de internet. Cierto es que a lo mejor no con esa velocidad, pero si alguien quería hacer un uso inadecuado, ya podía hacerlo.
Pero démosle la vuelta… ¿Qué es realmente hacer un trabajo? ¿No es acaso entender lo que se quiere investigar, documentarse, trabajar y filtrar la información? ¿Y no es durante ese proceso en que se va adquiriendo el criterio?. ¿Qué tiene de malo reducir la barrera de acceso a la información? (que dicho sea de paso, es uno de los objetivos que pretende la web desde sus inicios).
La tecnología es neutra: lo malo está en un inadecuado uso de la misma. Nos toca a los docentes estar al tanto de esta componente tecnológica para ser capaces de incorporarla en nuestras respectivas dinámicas y niveles de aprendizaje.
Y recordar que los padres también somos docentes…
Una respuesta a “ChatGPT: bienvenidos al tren…”
[…] puestos en plan de divertirnos, y como hicimos el día que salió ChatGPT, a tenor del artículo en el que hablaba de esa tecnología, le pedí que lo analizase y me diera sugerencias de mejora… Y debajo lo que me contestó […]